Posteriores ampliaciones

Posteriores ampliaciones y mejoras en el edificio

Portada de la separata en III Anales 1972. D.Juan Gomez Crespo

Apenas habían transcurrido treinta años desde la construcción del pabellón de la fachada del Instituto a la calle Diego de León, cuando el derribo de la antigua casa de los Bañuelos, tan discutido en aquellos años por el interés histórico artístico del inmueble, dio ocasión a que esa fachada del Instituto, que había quedado incompleta, pudiera terminarse totalmente. A tal efecto el entonces director del establecimiento docente, el catedrático don Manuel María Rodríguez, se dirigió a la Dirección de Instrucción Pública, en solicitud de la oportuna autorización para poder adquirir los terrenos precisos y efectuar las obras pertinentes, con cargo a los fondos de que en aquella fecha disponía el Instituto por su propio patrimonio, a lo que se accedió por Real Orden de 11 de octubre de 1896. En virtud de esa autorización se adquirieron en 7.000 pesetas los 186’46 metros de terreno necesarios y se adjudicaron las obras, por un importe de 10.425 pesetas, obras que fueron realizadas bajo la dirección del arquitecto don Pedro Alonso y Gutiérrez. La recepción de estas obras se efectuó el 24 de mayo de 1901, siendo ya director del Instituto don Ramón Cobo Sampedro, por haber fallecido entretanto don Manuel María Rodríguez, que había puesto el mayor interés por la realización de esa importante mejora junto con el secretario del centro don Luis Olbes Zuloaga, el alcalde de la ciudad don Jaime Aparicio y Marín y don Antonio Barroso y Castillo, que por aquellos años era director general de Correos y Telégrafos. Con esta ampliación quedó el edificio con una longitud de 58 metros de fachada, limitando a la derecha con la verja del jardín de recreo, y a la izquierda con la del Jardín Botánico, pues el Ayuntamiento cedió parte de la plazuela existente para que la verja del Botánico quedara alineada y así resultara totalmente simétrica la fachada del entonces primer centro docente de la ciudad, que por su aspecto exterior era una de las construcciones cordobesas de carácter civil de mayor prestancia. El interior del edificio, por su extensa planta, compuesta de aulas, patios, jardines, amplias galerías, capilla, gabinetes y demás dependencias ocupadas por los servicios administrativos del Instituto, así como los dormitorios, comedor, salas de estudio, gimnasio y otras dependencias, en que estaban instalados los servicios del colegio de internos, era considerado como uno de los más capaces y apropiados a su objeto, comprendiendo una extensión total de 5.300 metros. En la descripción del edificio que figura en la Memoria del centro correspondiente al curso 1902-03, aparecen las siguientes dependencias del Instituto: Siete aulas con capacidad de 60 a 80 alumnos, gabinetes de Historia Natural y de Física, laboratorio de Química, Biblioteca, oficinas administrativas, despachos de la dirección y secretaría, capilla, sala de profesores, sala de taquillas, conserjería, cuarto de corrección, gimnasio, viviendas del director y conserje, galerías, jardines de recreo y botánico y patios. (4)

Pocos años después tuvo lugar otra importante mejora en el edificio, cuando en el año 1910 precisó el Ayuntamiento el área ocupada por el Jardín Botánico, para prolongar la calle Claudio Marcelo. Ocupaba el Botánico 883 metros cuadrados, de los que hubo que ceder 878’75 que ocuparía la nueva calle, y para compensar al Instituto pensó ceder el Ayuntamiento una parcela de los Jardines de la Agricultura para que allí se instalara el Botánico, pero el director Cobo Sampedro obtuvo del Ayuntamiento que construyera un cuerpo de edificio con planta baja y principal, de 22 por 9 metros, mas las obras de cerramiento de la amplia fachada a la calle Claudio Marcelo, reformas que importaron 40.794 pesetas. En la planta baja de ese pabellón quedó instalada el aula de dibujo, que por su amplitud se destinaba también a Salón de Actos. Esta reforma urbana benefició grandemente al Instituto, que al efectuarse la demolición del edificio que ocupaba el Hotel Suizo, quedó con casi toda su fachada principal en la céntrica Plaza de las Tendillas, lo que permitía contemplar desde el ángulo de dicha plaza, correspondiente a la actual calle Málaga, la bella perspectiva de la cúpula de la Capilla de la Virgen de la Asunción. (5)
En la dilatada etapa en la que ocupó la dirección del Instituto don Agilio Fernández García se efectuó una ampliación del Colegio (salas de estudio y dormitorios) apoyando parte de la nueva edificación sobre columnas de hierro, a fin de no restar superficie a los patios de internos, que de este modo quedaron dotados de amplios pórticos, de gran utilidad en los días de lluvia. También se construyó en esos años una galería cubierta en el patio principal, que facilitó los accesos en la planta alta del edificio. Durante la dirección de don Antonio Jaén Morente se mejoró la pavimentación del patio principal y se dotó de hermosos zócalos a las amplias galerías, con lo que el edificio adquirió mayor prestancia. Mayor importancia tuvieron las reformas efectuadas a partir del año 1940, debidas al esfuerzo entusiasta y perseverante del director don Perfecto García Conejero, que encontró en todo momento el solícito y decidido apoyo del entonces ministro de Educación Nacional don José Ibáñez Martín. La nueva construcción, que dio amplia fachada al Colegio de la Asunción por la calle Alfonso XIII, se hizo sobre una superficie de 950 metros, de los que parte correspondían a una casa de la calle Alfonso XIII, contigua al colegio, adquirida en 1932, al solar que ocupaba la calleja que de antiguo daba salida al colegio por esa calle, y a diversos sectores del establecimiento que fueron objeto de sensibles mejoras, todo ello hecho bajo la dirección del arquitecto don Félix Hernández. De este modo quedaron debidamente instaladas las dependencias del internado: sala de visitas, despachos de la dirección, secretaría y administración, alojamiento para huéspedes distinguidos, dormitorios, enfermería, cocina y servicios anejos, formando una edificación de cuatro plantas, en torno a un hermoso patio. En la zona reformada quedaron instalados un amplio comedor, salas de recreos, dormitorios, sala de profesores y salón de actos, con escenario y cabina para proyecciones cinematográficas. Igualmente fue objeto de importantes mejoras la instalación de la hermosa capilla (vidrieras, bancos, sillería y objetos de culto) y se renovó el mobiliario de las aulas del Instituto.

Finalmente en la zona ocupada por patios y otras edificaciones recayentes a la calle Claudio Marcelo se construyó, en 1968, un edificio de tres plantas, con veinte aulas y servicios anejos, bajo la dirección del arquitecto don Agustín Ortíz García. Esta construcción, que ascendió a unos diez millones de pesetas, fue destinada inicialmente a sección delegada del Instituto “Séneca” y posteriormente al Instituto “Luis de Góngora”, que había sido instalado, al crearse en 1962, en el pabellón del Instituto correspondiente a la Plaza de José Antonio y calle Diego de León. Este conjunto de edificaciones, construidas a lo largo de tan diversas épocas, ponen de relieve la preocupación mostrada por los diferentes directores y claustro de profesores del Instituto por mejorar y ampliar la antigua fundación de López de Alba, y los cambios urbanísticos operados en este céntrico sector, verdadero corazón de la ciudad. A la indudable importancia que presentan estas construcciones por su dedicación ininterrumpida a fines docentes, durante cuatro siglos, se une también un evidente interés histórico, derivado de los alumnos y profesores que por estos lugares han desfilado, de que aquí estuvieron instaladas las aulas de la Facultad de Derecho y parte de las de Medicina de la Universidad libre, que funcionó en Córdoba de 1870 a 1874, y que en estos locales se realizó también una importante labor de extensión cultural de gran proyección en la ciudad. (6)
No han faltado tampoco episodios relacionados con la vida política nacional: el saqueo de que fue objeto por las turbas, en 1814, el colegio de la Asunción, a pretexto de que sus profesores eran adictos al ideario liberal; las visitas con que lo realzaron Isabel II y Alfonso XII; su conversión en hospital, para atender a los heridos de la batalla de Alcolea en septiembre de 1868. Desde el halcón principal de la fachada que da a la plaza de José Antonio, dirigió la palabra a los cordobeses el Jefe del Estado, don Francisco Franco, al terminarse la guerra civil en 1939. (7)
Todo ello motivo más que sobrado que justifica la debida conservación de estas edificaciones ligadas a un aspecto tan importante de la vida de la ciudad, cual es la labor docente y educativa.

NOTAS:

(4) Pío Baroja, que al evocar a sus profesores tanto de Segunda Enseñanza como universitarios, encuentra a casi todos malhumorados, agrios y de mala intención, recuerda que estuvo dos veces en la corrección que era un cuartucho con rejas a manera de calabozo, en donde en invierno se titiritaba de frío (“Desde la última vuelta del camino”, tomo primero, pág. 256). Este “cuarto de corrección”, que aparece en la Memoria del curso 1902-03, era conocido por la grey escolar con el nombre de calabozo. Tengo muchas referencias de que el que fue director del centro por aquellas fechas, don Ramón Cobo Sampedro, aplicaba con frecuencia a los alumnos esa reclusión.

(5) Ver los planos que acompañan a este artículo, en los que pueden verse los sensibles cambios operados en el trazado de las calles de este sector.
Además de las Memorias anuales impresas, que resumen las actividades del Instituto, he utilizado la documentación existente en el Archivo del centro, que actualmente se guarda en el Instituto “Séneca”.

(6) En el número de la revista Omeya, que edita la Diputación Provincial de Córdoba, aparece amplia información referente a la Universidad libre de la que son autores don Juan Aranda Doncel y el autor de este artículo. Un aspecto de la obra de extensión cultural desarrollada por el Instituto puede verse en tres artículos que publiqué en los números 49 al 51 de la revista “Patio Cordobés”, bajo el título “Extensión cultural y movimiento obrero en Córdoba a principios del siglo”. Otros datos sobre el Instituto: “La calle Luis Valenzuela”, por Francisco Alcántara (Boletín de la la Real Academia de Córdoba, año 1924). El diario “Córdoba” del 1 de junio de 1947 recogió en unas páginas extraordinarias amplia referencia a la labor desarrollada en el Instituto de Segunda Enseñanza con motivo del primer centenario de su fundación.
En el diario “Informaciones” de Madrid (edición de Córdoba) publiqué dos artículos sobre la Escuela de Agricultura que funcionó en el Instituto de Córdoba a mediados del siglo pasado (30 y 31 de Enero de 1964).

(7) Del saqueo de que fue objeto por las turbas el Colegio de la Asunción en mayo de 1914 da la siguiente referencia don Luis María Ramírez Casas Deza: “El mismo día 9 un populacho desenfrenado, derribó la lápida de la Constitución, que estaba en la Plaza Mayor, y la llevó arrastrando por la Espartería, Plaza del Salvador, Zapatería, calle de las Nieves, hoy del Liceo, basta el Colegio de Nuestra Señora de la Asunción, al que se dirigieron para destrozarlo, en odio de sus superiores, que tenían la nota de liberales. En efecto, se cometieron en él las mayores atrocidades, pues no contentos con saquearlo completamente, destruyeron la bella Academia de dibujo y una hermosa fundición de letras de imprenta, para una que se iba a establecer y que había costado 40.000 reales. Destruyeron en fin cuanto encontraron y no se pudieron llevar, no quedando ni un cristal, ni una puerta sana, y se graduó toda la pérdida en 120.000 reales”.
Anales de la ciudad de Córdoba, pág. 235.