Historia del edificio
El edificio antiguo
Las frecuentes luchas y la inestabilidad política características bien destacadas de la vida española en la primera mitad del siglo XIX, que tuvieron como hechos más conocidos la invasión francesa y las contiendas entre absolutistas y liberales, malograron los repetidos intentos de mejorar nuestra organización docente, hasta la llegada de los moderados al poder, con Narváez al frente, tras la caída de Espartero en 1843. Fue llamada década moderada, fecunda etapa de gobierno que, pese a sus indudables lacras, presenta como logros más destacados en el aspecto cultural, la fundación de las comisiones provinciales de monumentos, reguladas por disposiciones legales de 13 de junio y 24 de julio de 1844, para tratar de salvar tantos tesoros artísticos, bibliográficos e históricos que la desatentada política desamortizadora había puesto en evidente peligro de pérdida o destrucción, y sobre todo la promulgación del plan de estudios del año 1845, establecido por el ministro Pidal, con la colaboración de Gil de Zárate. Pieza clave de aquella reforma docente fue la creación en las diferentes capitales de provincias y en otras poblaciones importantes de unos nuevos centros docentes con el nombre de institutos provinciales de segunda enseñanza, empresa que, como es de suponer, al ser acometida en todo el territorio nacional, requirió un esfuerzo ingente, pues en la mayoría de los casos hubo que improvisarlo todo en los nuevos centros: profesorado, locales, material didáctico y métodos de enseñanza.En general los nuevos establecimientos tuvieron una instalación mediocre, pues fueron albergados en la mayoría de los casos en los edificios de los conventos suprimidos por las leyes desamortizadoras, pero en general realizaron satisfactoriamente su cometido, como se reconoció casi unánimemente en una encuesta que, con ese objeto, se hizo por aquellos mismos años. Córdoba tuvo la fortuna de contar en esas fechas, para sede del nuevo instituto, con un Centro docente secular y un edificio que ya hacía siglos estaba dedicado a fines educativos y docentes, el prestigioso colegio de Nuestra Señora de Asunción, en el que con unánime aplauso fue instalado el nuevo centro docente. El colegio de la Asunción era una fundación docente cordobesa establecida por don Pedro López de Alba, a instancia del santo maestro Juan de Avila, y había sido erigido por bula pontificia de Gregorio XIII de 15 de agosto de 1577, si bien las actividades del colegio habían comenzado con anterioridad, como asegura don José María Rey Díaz en su libro “El colegio de Asunción, obra de siglos”. El edificio de este colegio tuvo por primitivo solar la casa principal de la collación del Salvador, y otras inmediatas enclavadas en la de Santo Domingo de Silos, que habían sido adquiridas por el fundador del Colegio, solar al que posteriormente se fueron añadiendo otros inmuebles, y que debido a la moderna evolución urbana de Córdoba ha quedado en el lugar más céntrico de la ciudad. (1)
El 9 de Septiembre de 1574, hizo donación López de Alba al colegio que había fundado, de unas casas con su huerta, noria, alberca y demás pertenencias. El emplazamiento del colegio de la Asunción, en las callejas de las Azonaicas, inmediato al colegio de Santa Catalina dirigido por los jesuitas, estaba plenamente justificado, pues por acudir los colegiales de la Asunción a recibir sus enseñanzas en el de la Compañía, denominación con el que generalmente era conocido el colegio jesuítico, convenía que estuviera lo más cercano posible al de los referidos religiosos, que en aquellas fechas habían conseguido que fuera el más concurrido y el de más renombre de la ciudad. (2)
Según Rey Díaz, el erudito historiador de la Asunción, de 1605 a 1617, se realizaron en ese colegio importantes obras por iniciativa del rector, licenciado Alonso Rodríguez. Pero como en otras construcciones españolas, la huella más destacada en la arquitectura del colegio corresponde al siglo XVIII, pues a esa centuria pertenecen las dos grandes crujías, eje fundamental del colegio, y la capilla, edificada de 1708 a 1765, sobre una haza de labor que perteneció al marqués de Santaella. (3)
Las dos grandes crujías tenían una disposición semejante, pues estaban ocupadas en su parte central por una amplia galería, a la que daban acceso las dependencias fundamentales del establecimiento. Están orientadas de norte a sur y una de ellas tuvo salida a la actual calle de Alfonso XIII por una calleja desaparecida en la reforma efectuada en el colegio en 1940 y en ella se encontraban hasta dicha reforma, entre otras dependencias, el comedor, la cocina y la biblioteca, y se comunicaba en el extremo opuesto con la otra crujía por un pabellón de menor longitud y anchura, que por sendas galerías con bóvedas dieciochescas comunicaban ambas crujías en las plantas baja y primera.
En la parte alta de este pabellón se encontraba la llamada sala rectoral exornada con cuadros de profesores y antiguos alumnos prestigiosos, sala que desapareció recientemente al efectuarse las obras del edificio que ocupa actualmente el Instituto Luis de Góngora, y que en su parte baja estuvo la sala de profesores del Instituto desde la reforma de 1947.
La otra crujía terminaba en la capilla y en su planta baja había aulas y los servicios de secretaría y en la alta dormitorios que luego fueron sustituidos por aulas destinadas al Instituto. El mayor interés arquitectónico de esas galerías residía en su construcción abovedada típica del siglo XVIII con adornos de placas, yeserías y azulejos, de lo que ya sólo quedan escasos vestigios, por haber ido desapareciendo en las diversas reformas efectuadas en la vieja fundación de López de Alba.
NOTAS:
(1) José María Rey Díaz. +El Colegio de la Asunción, obra de siglos;. Córdoba, 1946, pág. 23.
(2) Archívo de protocolos de Córdoba, oficio 3:, 1574, tomo 2:. La copia que se inserta en este apéndice ha sido facilitada por el infatigable investigador don José Valverde Madrid. Además de este testamento otorgó don Pedro López otro el 4 de agosto de 1588, que reproduce en general las mismas cláusulas, salvo que manda 50.000 maravedís en cada año a su hermano el licenciado Agustín López, cirujano, vecino de la ciudad de Zamora.
Ver Rey Díaz, ob. cit. págs. 23-25.
(3) El jesuita P. Francisco Ruano en su Historia de Córdoba, de 1761, proporciona una curiosa referencia sobre esta edificación: “Hallóse en los cimientos del Colegio de la Asunción año de 1735, donde también se descubrieron varios ídolos de alabastro, entre los cuales era uno de Ceres… y un pavimento incrustado de piedras menudísimas y muy finas de diez varas de largo y cinco de ancho”. Ob. cit. págs. 67 y 153. (Re ferencia de don Rafael Fernández González.)